Capítulo 11


Querido diario:

Soy Richard. No voy a tener mucho tiempo para escribir en las próximas horas, así que he decidido darle otra oportunidad a mi narrador omnisciente (aquel que describió cómo Zoey y yo huimos de Los Ángeles, ¿os acordáis?). Veréis, es que nos tienen encerrados a nosotros tres, a Milla, a Justin y a mí y no sabemos dónde está Zoey, así que...
Oh, vaya, tal  vez me haya adelantado un poco. Pero bueno, un poco de intriga de vez en cuando tampoco viene mal.

Por la mañana temprano, a viernes 5 de agosto, Milla, Justin, Zoey y Richard emprendieron rumbo a Nueva York, con la esperanza de llegar al final de aquello. Pobres ingenuos.

Bueno, pues resulta que justo antes de la entrada a la ciudad, a su llegada al norte del río Hudson, decidieron abandonar la avioneta  por si no había sitio para aterrizar y atravesar la ciudad en una especie de todoterreno. ¿Que por qué, si claramente ir en avioneta es mucho más seguro? Y yo qué sé, supongo que tendrían miedo de llegar a la localización que Richard descifró y descubrir que no hay nada, y que justo en ese momento la avioneta, por poner un ejemplo, se estropeara o se quedara sin combustible.

Así que tomaron prestado un coche todoterreno negro (¡sí, como el de Tallahassee!) y atravesaron el Washington Bridge, con la intención de cruzar la isla de Manhattan en dirección sudeste y llegar al puerto, coger un barco y bueno... Llegar a esa supuesta ciudad de supervivientes.

Entre nosotros dos, hay que admitir que les está costando bastante.

Total, que los cuatro cruzaron el puente, un puente lleno de coches carbonizados... y una peste descomunal, posiblemente relacionada con los cadáveres que se encontraban en algunos de ellos.

- ¡Madre mía, que peste!-dijo Zoey-. Huele peor que el día en que se rompieron las cañerías de mi instituto.
- ¿Sabéis?-dijo Justin-. Hablando de olores desagradables, se me ha ocurrido que podríamos despedazar uno de esos cuerpos y ponernos su sangre por encima. Ya sabéis, para evitar mejor a los muertos vivientes, como hacían en "The Walking Dead".



                          

Se hizo el silencio absoluto en el coche.

- Tranquilos, sólo bromeaba. Tampoco era para que os pusierais así.
- ¿Veías "The Walking Dead", en serio?-dijo Richard-.
- ¿Sí, por qué razón habría eso de ser raro?
- ¡Porque tienes doce años!- aclaró Zoey-.

A punto de abandonar el puente, Milla inició una nueva conversación.

- La verdad es que no lo entiendo.
- ¿El qué?-dijeron los otros tres-.
- Si os fijáis, el camino por el que nosotros estamos yendo, el de entrada a la ciudad está casi vacío. Apenas hay coches. ¿Cómo es que a la gente,en una situación así, no se le ocurrió usar también el carril de entrada para salir de la ciudad?
- Buena pregunta-dijeron los tres.

Nadie tuvo contestación.



                               

Al poco tiempo, llegaron al final del puente y siguieron su rumbo desde allí, procurando seguir el río y no meterse en plena ciudad, para evitar posibles sorpresas. Je,je, si hubieran sabido lo que les esperaba...

- Las emisiones procedían de un lugar a unos 200 kilómetros de la costa de Nueva York-decía Richard-. Creo que lo mejor sería cruzar el puente de Brooklyn, y luego...
- Un momento- lo interrumpió Justin-. ¿No os parece que hay algo raro en todo esto?
- ¿Como qué?-preguntó Richard, todavía algo mosqueado por la interrupción-.
- Apenas hay zombis por las calles.
- ¿Y qué?
- Pues que estamos en una de las ciudades más pobladas del mundo, y apenas hay unas pocas docenas de muertos vivientes por las calles.
- Richard-dijo Zoey-. Justin tiene razón, esto es muy raro, y después del último ataque de aquellos soldados... Creo que lo mejor sería dar media vuelta.
- ¿Qué? ¿Ahora que por fin estamos a punto de alcanzar nuestro objetivo? Ni de coña, Zoey, además, ¿a dónde piensas ir? Esa ciudad es nuestra única posibilidad, no podemos seguir vagando de un lugar a otro...

Esta vez, algo más molesto que la voz de Justin interrumpió a Richard. Una ráfaga de balas que agujereó parte del coche en el que iban. Otra vez.

- ¡Corre!-le dijo Richard  a Milla, que era la que conducía-. ¡Acelera!

Richard se giró hacia atrás, y vio que tenían un coche estilo militar con un montón de tipos armados hasta los dientes y disparándoles sin piedad.

- ¡Intentaré despistarlos! Callejeando un poco, puede que logremos perderlos.

Los tres asintieron. En un principio parecía imposible, pero llegado un momento dejaron de escuchar a sus perseguidores acercarse. Circulaban a pocas calles del río.

- ¡Vaya!-dijo Justin, recuperando el aliento-. Por los pelos, ¿no? Un poco más y nos habrían...

Pero el fugaz estallido de lo que parecía una bomba estalló a sólo un par de metros delante del coche, y este se levantó durante unas décimas de segundo y volcó, dejando a sus ocupantes casi inconscientes. En sus últimos instantes de consciencia, Richard oyó una voz.

- Cogedlos, y llevadlos al cuartel. A todos.
- Pero señor, no había dicho que los que acompañaban a la chica eran... ¿prescindibles?
- Y lo eran, idiota. Pero las circunstancias han cambiado. Están empezando a escasear  humanos sanos con los que pueda probar mis experimentos. Encerradlos en una celda aparte, puede que me sean útiles más adelante. Y en cuanto  a la chica... Yo me encargo. Lleva meses evitándome, pero esta vez no escapará. Llevadlos al cuartel.
- A la orden, señor.

Richard quiso hablar, comprobar que los demás estaban bien y huir... Pero notó que la vista se le nublaba poco a poco y no lograba articular palabra alguna. Confuso y asustado por lo que pasaría a continuación, Richard se desmayó.

- ¿Richard? ¡Richard, tío, despierta!
- ¿Qué? ¿Qué es lo que...? ¿Dónde estamos?
- Creemos que en una especie de cárcel subterránea o algo por el estilo-decía Justin-. Milla y yo llevamos tiempo intentando averiguar alguna forma de escapar, pero no conseguimos...
- ¿Y Zoey?-dijo Richard-. ¿Dónde está Zoey?
- No lo sabemos-dijo Milla-. Sabemos que se la llevaron, pero no sabemos adónde ni para qué.
- ¡Yo sí! Seguro que la tiene el tío que dirige todo esto, lleva persiguiéndola meses, y a saber lo que quiere de ella.¡Tenemos que salir de aquí, y rescatarla!
- Eso estaría bien, si tuviéramos alguna oportunidad de salir de aquí-decía Milla-. Paredes sólidas, ni una sola ventana y barrotes tan juntos ...

Richard intentó pensar algo, alguna forma de abrir la puerta de la celda y buscar a Zoey. Fue entonces cuando reparó en los tres guardias que vigilaban el recinto, cargados cada uno con una pistola de las grandes.
No había ninguna posibilidad, ninguna. A no ser que...

Richard miró a su derecha, y vio a Milla. Y entonces se le ocurrió una idea.

- ¿Milla?-dijo, en voz más baja-.
- ¿Si?-contestó ella-.
- Creo que tengo una idea para salir de aquí. Si conseguimos que los guardias se acerquen distrayéndolos, podríamos inmovilizarlos y y robarles la llave de la cerradura.
- La segunda parte me gusta-dijo Milla-. ¿Pero cómo piensas distraerlos?

Richard se giró hacia ella.

- Milla, no hace mucho  eras considerada una de las mujeres más atractivas del planeta, ¿y de verdad que no se te ocurre ninguna forma de distraer a esos idiotas?
- Supongo, si es la única manera...

Y pusieron el plan en marcha.

- ¡Ey!-gritó Milla a los guardias-. ¿Podríais venir alguno de vosotros? Es que hace mucho, mucho calor... Y creo que voy a... No sé, quitarme algo. ¿Podría ayudarme alguno de vosotros?

Y funcionó. Increíble, ¿verdad? Pero hicieron falta tan sólo unos segundos y un par de movimientos de judo de Milla para terminar el trabajo.

- ¡Caray!-dijo Justin-. ¿Qué ha sido eso, otro de tus hobbys?
- Más o menos-dijo-. Di algunas clases antes de hacerme actriz.
- Vaya-dijo sorprendido-.

Salieron de la celda, y corrieron hacia la puerta más cercana. Esperando que les llevara un paso más cerca de encontrar a Zoey.
____________

- Zoey Pierson-dijo aquel hombre-. Hija de Adam y Amanda Pierson, y hermana de Zack Pierson. Estudiante en el West High Minnesota. Eres un chica escurridiza, ¿sabes?
- Por favor...-decía Zoey-. No sé lo que quiere, ni cómo sabe todo eso sobre mí, pero por favor, por lo menos deje irse a mis amigos.

El hombre se acercó a Zoey. Ésta se encontraba atada fuertemente a una especie de cama de operaciones.

- Oh, vaya, qué inocente. ¿Ir adónde? ¿Es que no te has enterado? El mundo se ha acabado.
- Déjelos ir. Déjelos ir y haré lo que quiera, se lo ruego.
- Y dale con lo mismo. Zoey, verás...-dijo el hombre, haciendo una pequeña pausa-. Lo importante aquí, como habrás podido comprobar, no son tus amigos, sino tú. Desde que creé aquel virus, yo...
- Espere, ¿es usted el que dejó escapar el virus por accidente?

El tío empezó a reírse en su cara.

- ¿Por accidente? ¿En serio, eso crees? Por favor, Zoey, ¿en qué mundo vives? Creé y solté ese virus con un propósito, que  tal y como tenía previsto se cumplió a la perfección. Yo tan sólo tuve que quedarme mirando cómo el mundo agonizaba y el virus, cada vez más resistente y mortífero debido a sus mutaciones, llegaba hasta el último de los confines del planeta.¿Y dónde entras tú aquí? Pues bien, tu madre, Amanda Pierson, se encontraba en el Departamento de Epidemiología de la Universidad de Los Ángeles.
- Pero nosotros vivíamos en Minnesota, no entiendo qué...

Zoey gritó de dolor al recibir una pequeña descarga eléctrica.

- Por favor, no me interrumpas cuando hablo. Muy bien, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, tu madre visitó la ciudad de Los Ángeles durante un congreso, durante el cual ayudó en el Departamento de Epidemiología. Era lista, lo admito, y me descubrió haciendo unas falsificaciones. Me despidieron, me inhabilitaron como médico y me arrebataron mi sueño. Pero no me preocupé porque sabía que, en unos pocos meses, todos ellos lo pagarían,desde el momento en el que virus encontrara a su primera víctima en Los Ángeles,pasando por  un tranquilo pueblo de Minnesota y luego, bueno... el resto del mundo.
- ¿Qué? ¿Entonces fuiste tú quien los mató? ¿Fuiste tú quien asesinó a mi familia?
- Afirmativo, Zoey.

Zoey estaba increíblemente débil, pero la rabia que llenó cada fibra de su ser le dio tal fuerza que casi logra liberarse de la cama.

- ¡Maldito cabrón! ¡Te arrancaré la cabeza en cuanto pueda! Asqueroso engendro de...

Una nueva descarga sacudió a Zoey con tal fuerza que casi pierde la consciencia. Incluso le resbalaban lágrimas por sus mejillas.

- Me parece que alguien se ha ido un poco de la lengua. Verás, Zoey, seré sincero contigo. Cuando envié aquellos zombis a la casa donde vivías, nos encontramos con que faltaba un miembro Pierson. Tú. Así que necesitaba encontrarte, más que nada para acabar con lo empezado.
- Eres...-dijo Zoey, casi sin habla-. ...eres un monstruo.
- Zoey, no sé si te habrás dado cuenta,pero... Mírame. Soy el malo, y los malos hacemos esta clase de cosas sin arrepentimiento alguno. Ah, y había algo más que quería decirte... Dime dónde la tienes.
- ¿Qué? ¿El qué?
- Sabes perfectamente de lo que hablo, Zoey Pierson. La vacuna,¡¡ la vacuna que la zorra de tu madre descubrió para mi virus!!
- Te juro que no sé de qué hablas, y aunque lo supiera yo...
- Está bien, puede que si no lo sepas... La lleves encima.

Dicho esto, el hombre le clavó una jeringuilla en el brazo izquierdo y le extrajo unos pocos centilitros de sangre a Zoey. La chica casi sintió  alivio con el pinchazo en comparación con el dolor que sentía entonces por todo su cuerpo.

- Vale, digamos que puede que tu queridísima madre te inoculara la vacuna sin que tú te dieras cuenta. ¡Usted, doctor Cooper! Analice la muestra de sangre de nuestra querida anfitriona, y veremos si nos tiene preparada alguna sorpresa. Sí, señorita Zoey. Si tiene algo que ocultar, no se preocupe. No tardaremos en descubrirlo.

- ¿Pero dónde se supone que estamos?-dijo Justin-.
- Justin, ¿podrías callarte? Milla, por favor, utiliza una de tus técnicas de judo e inmovilízalo un rato, para que pueda pensar.
- Richard-dijo Milla-, por aquí no podremos salir, tal vez deberíamos...

Pero Milla dejó de hablar en cuanto vio aquello a través de un pequeño ventanal, con vistas a un piso inferior. Eran prisioneros. Como ellos, pero encerrados en celdas contiguas y con pintas de llevar allí días, sino semanas. De pronto, la expresión de Milla se tornó aún más de sorpresa.

 -¡ Dios mío!-dijo-. Son ellos, mi marido y mi hija,tal vez me oigan así...¡Paul! ¡Paul, me ves...?
- Siento tener que interrumpirte, Milla-dijo Justin-. Pero dudo que te puedan oír. Además, llamas demasiado la atención. Si sigues gritando así, alguien nos descubrirá.
- Justin tiene razón, Milla. No podemos hacer nada, todavía no. Busquemos a Zoey y salgamos de aquí, y entonces pensaremos en un plan.
- Pero yo...-empezó a decir Milla-.

Richard apoyó su mano derecha en el hombro izquierdo de Milla.

- Milla, te prometo, no, te aseguro que volveremos a rescatarlos. Confía en mí.

Milla asintió con la cabeza, todavía algo entristecida pero agradecida al mismo tiempo.

- Y ahora-continuó Richard-. Busquemos a Zoey y salgamos todos de este infierno.

De modo que los tres estuvieron investigando el lugar, hasta llegar sigilosamente a una especie de laboratorio secreto, con puerta de metal sellada y un lector de huellas dactilares. En resumen, sólo podrían pasar con la ayuda de una mano. Una mano autorizada.

Se fijaron entonces en un hombre con bata blanca, con pintas de ser doctor (quién sino iba a entrar vestido con una bata blanca en un laboratorio) que apoyaba la mano en el lector, tras lo cual la puerta se abrió. Aunque a los dos o tres segundos, cuando el hombre ya había entrado, volvió a cerrarse.

- ¡Genial!-dijo Justin-. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Esperar a que pase alguno de esos doctores y dejarle inconsciente para poder utilizar su mano y atravesar la puerta?
- Dicho así, no parece tan mala idea-dijo Richard-. Escondámonos.
- Richard, tú que eres el más inteligente y tal...-dijo Milla-. ¿Por qué razón crees que el tío que nos ha secuestrado no ha puesto ni una sola cámara de vigilancia?
- Pues no sé, tal vez se le acabara el presupuesto, se le olvidara... O puede que incluso no las haya puesto porque sabe que se saldrá con la suya de todas formas. En cualquier caso, deberíamos mantenernos alerta.

Estuvieron largo rato esperando, escondidos tras una esquina hasta que apareció uno.

- ¡¡Socorro!!¡¡Socorro!!¡¡Un zombi se ha colado en el piso!!-dijo Justin-.
- ¿¡Pero qué?!

Viendo la escena inmediata a esta, acabo de inventar una palabra nueva: extintorazo. Pues eso, menudo extintorazo  que se llevó el pobre.

- ¡Madre mía!-dijo Justin-. Ya podrías haber elegido a uno menos pesado.
- Y tú podrías haber actuado un poquito mejor, Justin. Tenemos suerte de haber pillado al más imbécil de los doctores, además de al más pesado.
- Chicos...-decía Milla-.

Fue ella la que levantó al sujeto y apoyó su mano derecha en el lector.

- "Bienvenido, doctor Zeeman"-sonó una voz mecánica-.

Y la puerta se abrió, tras lo que los tres entraron rápidamente allí. Richard vio una entrada principal al final de un largo pasillo, pero prefirió ir a lo fácil.

- Vayamos por ese conducto de ventilación. Así evitaremos encuentros desafortunados.

Y vaya si lo hicieron. La vigilancia allí era exagerada: un montón de soldados parecidos a los que días antes habían intentado matarlos se paseaban por allí con armas tan grandes que te paralizaban sólo con mirarlas.
Y entonces llegaron allí, al recinto principal, donde estaba Zoey. A pocos metros por encima de ella, sus amigos la observaban confusos, sin saber qué hacer.

- Es increíble-decía otro de aquellos doctores, que estaba examinando una muestra de sangre al microscopio-. Jamás había visto algo así. Tiene tal cantidad de anticuerpos que tendríamos que inyectarle docenas de muestras del virus para  que hiciera algún efecto. No es que lleve la vacuna encima, ¡es que su sangre es la vacuna!

Milla, Justin y Richard se quedaron petrificados.

- Vaya, vaya, señorita Zoey-dijo aquel hombre-. He de serte sincero, me has impresionado, y mucho. Pero eso no va a cambiar nada. Tan sólo me llevará... algo más de tiempo alcanzar mi objetivo.

Zoey ni siquiera hablaba ya. Estaba increíblemente dolorida, y apenas podía mantenerse consciente.

- Entonces, imagino que habrá alguna forma de... revertirla, ¿verdad?-preguntó, aunque daba la sensación de que ya conocía la respuesta-.
- ¿Señor?-preguntó el doctor, algo asustado (o al menos eso me pareció a mí)-.
- Una antivacuna, doctor Cooper, por así decirlo.

Richard no entendía nada, y aquello sí que era raro. Si la sangre de Zoey era la vacuna, ¿cómo iban a revertirla? Aquello era biológicamente imposible. Aunque, pensándolo mejor...  Era igual de imposible crear un virus que convirtiese en zombie a los infectados y, sin embargo, había ocurrido.

- Señor, el microorganismo Z todavía no está listo. Ni siquiera sabemos la reacción que podría provocarle.
- Genial, eso me gusta más. Tráigalo.
- Pero señor, yo...
- Doctor Cooper, no estará usted dudando de mis órdenes-dijo, acercándose al doctor-. ¿Es lo que está haciendo? Porque en ese caso, ya sabe que me faltan humanos sanos para mis experimentos.
- No señor.
- Entonces tráigala. Y rápido.

El hombre se acercó a Zoey.

- ¿Sabes, Zoey? En unos pocos minutos tendrás el honor de ser la primera huésped para nuestro joven microorganismo. Puede que experimentes una de las muertes más dolorosas que el ser humano haya conocido jamás, pero bueno... El progreso en la ciencia exige ciertos... sacrificios.

Dicho esto, el hombre se alejó andando, y salió por una puerta, imagino para asegurarse de que el otro doctor hiciera bien su trabajo.

- Voy a bajar-dijo Richard-.
- ¿Qué?-dijo Justin-. ¿Estás loco?¡Te pillarán! Pensemos en algo y...

Pero Richard saltó, por un hueco en el conducto de ventilación. Y se acercó, corriendo aunque sin hacer ruido, a Zoey.

- Zoey.
- Richard-dijo Zoey, sin apenas habla-.
- Zoey, te voy  a sacar de aquí-dijo mientras buscaba una forma de desatarla de aquella cama.Finalmente, lo hizo.

Apoyó a Zoey en su hombro izquierdo, e hizo una señal a Milla y a Justin para que le ayudaran a  subirla. Y lo hicieron, pero cuando Richard todavía estaba abajo...

- Es perfecto. Le inocularemos ese virus y seguro que...
- ¡Señor!¡Señor!-le dijo uno de los soldados que había vigilando por los pasillos. Entonces se giró y comenzó a andar en dirección contraria al laboratorio, lo justo para que Richard pudiera subir-. Hemos encontrado a Emerson tirado en la puerta de la entrada, dice que un crío le ha golpeado en la cabeza, que lo utilizaron para colarse en el laboratorio y...

Los tres cargando con Zoey y a gatas por el conducto, salieron lenta y sigilosamente de él, mientras por debajo se oían gritos como los siguientes:

- ¡¡¡Pero dónde está la chica!!!¡¡¿Y cómo si se puede saber habéis permitido que dos críos y una maldita actriz de cine lograsen pasar desapercibidos en su paseo por el recinto?!! ¡¡¡Activad todas las alarmas!!!
¡¡¡No dejéis que escapen!!!

Milla y Justin sujetaban a Zoey, y Richard corría delante de ellos buscando una manera  de salir de aquel espantoso lugar.

- ¡¡Un ascensor!!-gritó-. ¡¡Hay un ascensor,al final de este pasillo!!
- ¡¡Richard!!-decía Justin-. ¿Y qué hacemos con los...?

Soldados, pero aquello no importaba porque Milla dejó inconscientes a todos ellos sin darles tiempo ni para saber qué era lo que estaba pasando. Como narrador omnisciente que soy, admito que fue impresionante y que, al igual que nuestro grupo de supervivientes favorito, me quedé de piedra cuando lo vi. Vaya con la actriz de cine.

- Y diseñadora de moda, también soy diseñadora de moda. No lo olvides-dice Milla-.

Sí, eso. También es diseñadora de moda. Fallo mío. Esperad... ¿cómo ha podido hacer eso?

Total, que una relajante música clásica no demasiado acorde con la situación que estaban viviendo los acompañó hasta el último piso, el superior.

Ya en la superficie, tomaron prestado de nuevo un coche y se dirigieron lejos de allí, buscando un lugar donde pudieran al menos descansar un poco antes de volver a rescatar a los prisioneros.

De pronto, cuando por fin parecía que  se encontraba algo mejor, Zoey se desplomó sobre uno de los asientos traseros y empezó a temblar, mostrando unas pupilas que se dilataban por momentos.

Estaba infectada.

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