Capítulo 7


Sábado, 30 de julio de 2011

Querido diario: Hola, soy Zoey de nuevo. Son las 7:45 de la mañana. Parece mentira que hayan pasado tantas cosas en sólo unos días... Es curioso, ya casi ni siquiera recuerdo aquellas tristes semanas recorriendo en solitario, sin más compañía que una moto y una mochila, medio Estados Unidos. Y con millones de zombis sueltos por ahí.

Estoy muy contenta por que hayamos logrado escapar los dos, sanos y salvos, aunque me inquieta la posibilidad de que vuelvan a encontrarnos. Sería bastante improbable repetir la suerte que tuvimos en nuestra huida de Los Ángeles.

A decir verdad, lamento no haberle contado todo a Richard desde el principio. Pero pensaba que, si lo hacía, podría haberme echado como el blanco de unos soldados asesinos y anónimos que soy, y que seré hasta que me pillen.

Pero ahora estoy aquí, con él, y con eso me vale.

Pienso con tristeza en aquel atardecer en la terraza del hotel en Los Ángeles, aquel beso que no llegamos a darnos. Fui una cobarde pues, aunque quería hacerlo, en el fondo sabía que no estaba preparada. No aún. 

Hace tres meses, mi familia entera murió. En un abrir y cerrar de ojos, había perdido todo lo que amaba, y ni siquiera estuve allí con ellos para ayudarles. O por lo menos morir a su lado.

Después de aquello... Bueno, digamos que no estoy segura de estar preparada para una relación así. Quiero a Richard, de verdad, y estoy segura de que el amor que siento por él es tan real como la vida misma, como que dos más dos son cuatro. Pero si lo hiciera, si me arriesgara y pasara algo, y perdiera todo lo que amo de nuevo, yo... No sé si podría volver a superarlo... Y mucho menos sola.

Despertaré a Richard en una media hora y prepararemos todo para irnos. Según lo que acordamos anoche, hoy intentaremos recorrer algo más de distancia. Nos dirigiremos al nordeste y daremos un rodeo en las proximidades de Salt Lake City.Cambiaremos entonces de rumbo hacia el noroeste, e iremos en esa dirección el mayor tiempo que nos sea posible, parando probablemente a la altura de Twin Falls. Ya se verá.

Bueno, creo que eso es todo lo que podría contar por el momento. Ya veré mañana.
En fin, buenos días y hasta la próxima.






Sábado, 30 de julio del año 2011

Querido diario:

Hoy ha sido un día extraño.

Cuando desperté a Richard para irnos, lo noté algo raro, todavía más de lo normal. Le pregunté varias veces, pero no quiso contestarme, hasta que casi acabé obligándole a hacerlo.

- Richard, no sé si lo recuerdas, pero hace un par de noches te conté algo que jamás pensaba contar a nadie. Confié en ti entonces, y necesito que tú confíes en mí ahora.
- Zoey, en serio, no tengo ganas de hablar de ello. Por favor, déjalo.
- No, Richard, no lo dejaré. De hecho-dije, haciendo amago de parar el coche-.
- No lo harás.
- Pruébame.

He de admitir que esa palabra, de fácil descontextualización, sonó un poco rara.

- Está bien, lo haré. Era un 29 de marzo de este año...
- Espera un momento, 29 de marzo... ¿no es el día en que...?
- Exacto. El día en que el virus escapó. Verás, por aquel entonces yo vivía con mi compañero de habitación, Harry, en el internado del que te hablé.
- ¿Pero no dijiste que vivías sólo?
- Todavía no he llegado a esa parte. Bueno,verás, Harry y yo...

Y entonces empezó a contar su historia.

"Era un 29 de marzo de este año, el día en que la infección empezó a propagarse. Sin saber nada, Harry y yo volvíamos sobre las nueve de la noche de una excursión en la playa. Subíamos andando por las escaleras principales del internado que en sólo unos minutos nos llevarían a nuestra habitación.

- Y entonces ese imbécil de Dan va y le dice "¿Quieres que te ayude con el sujetador?" Y la tía le pegó tal sopapo que casi lo envía a la otra punta de la playa-decía yo-.
- Vaya, eso habría estado bien verlo. Si es que a tíos como Dan habría que encerrarlos o algo así, no consiguen hacer nada más que daño a los demás.
- Ya, bueno, pero de todas formas no dejemos que el tío ese nos fastidie la vida, no se merecería tal satisfacción.
- Estoy plenamente de acuerdo.
- ¿Lo ves? Además, hoy es noche de...

¡¡¡¡¡¡Aaaaaahhhhhhhh!!!!!! -sonó un grito estridente, a sólo unas habitaciones de distancia.

Ambos corrimos en dirección a donde había sonado el grito. Cuando llegamos allí...

- Dios mío-dijo Harry-.
- ¿Pero qué...?

Era Dan. Y se estaba comiendo a una chica. Esta vez literalmente.

- ¡¡¡¡¡¡¡Kathy!!!!!!!-gritó la chica en la puerta-. ¿¡¡¡Pero qué has hecho, Dan?!!! Cómo has podido...

El tío se giró. No hacía falta un coeficiente intelectual demasiado alto para saber lo que estaba pasando.

Ni siquiera parecía él. Su cara entera se encontraba deformada y manchada de sangre. Ante la posibilidad de que esto lo lean menores y por si acaso mis queridos lectores están comiendo o son especialmente sensibles, me ahorraré ciertos detalles más bien desagradables.

Digamos que Dan se estaba poniendo las botas. Apenas quedaba nada de la tal Kathy.

- ¡Ey, tú!-pregunté a la chica en la puerta-. ¿Cómo te llamas?
- Yo... Sue-dijo, casi llorando-.
- Pues será mejor que corras Sue, porque este tío no parece muy amigable que digamos.
- No, yo no...

En aquel instante, el muerto viviente se levantó y comenzó a andar hacia la chica. Ésta se asustó más aún y salió corriendo, en busca de ayuda. Aunque no serviría de nada.

- ¿Harry?
- ¿Sí?
- ¿Aún tienes nuestro bate de béisbol?
- Afirmativo, Richie.
- Entonces nos vamos a divertir.
- ¿Estás loco?¿Piensas volarle la cabeza a Dan con el bate?
- Ehm... Sí, más o menos,ese era el plan.
- Ah, guay. Entonces me apunto. ¡¡Chúpate esta, Umbrella!!-dijo mientras sacaba el bate y me lo pasaba a mí, al tiempo que se enorgullecía de su grito friki-.

El zombi empezó a andar hacia nosotros, aunque apenas le di tempo para hacerlo.

- ¡Esto por lo de la clase de gimnasia!¡Y esto por el uniforme!-decía yo, mientras le golpeaba con el bate-. ¡Y esto por...!"

- ¿Y no te supo aunque fuera un poco... mal?
- ¿Por qué? Si era un zombi.
- Ya lo sé, Richard, pero horas antes era un humano como Harry, tú o yo.
- Créeme cuando te digo, Zoey, que no hay lugar para dilemas morales en un superviviente a un apocalipsis zombi. Y ahora, si no te importa, seguiré con la historia.

"La cuestión es que entre Harry y yo le dimos una paliza al muerto, y nos encargamos también de la chica,más que nada para evitarnos posteriores sorpresillas.

- Tío, en serio-decía Harry-. Nada de esto tiene sentido. ¿No dijiste que crear un zombi o un virus que te convirtiese en uno de ellos era...?
- Biológicamente imposible, sí, pero al parecer alguien lo ha conseguido. Y a saber cuántos más hay por ahí como él.
- Sí, no todo el mundo está tan bien preparado en la lucha contra zombis como nosotros.
- Y que lo digas, Harry. Y que lo digas.

Ambos nos sentamos en la cama de la habitación.

- Podríamos encender la tele, tal vez digan algo-dijo Harry-.
- Bueno, no es mala idea-dije-. Probemos a ver.

"Interrumpimos la programación para informar de un hecho sin precedentes en la historia de los Estados Unidos. La ciudad de Los Ángeles, en California, ha sido puesta en cuarentena, nadie puede entrar ni salir. Al parecer debido a una amenaza biológica de alta peligrosidad..."

- Je, imagino-decía Harry- que esta es la parte en la que tranquilizan a la población para asegurarse de que no cunda el pánico-. Menudos idiotas.
- Y tanto, si de todas formas da igual.El virus habrá escapado de un modo u otro, así que tanto da.

"A pesar de todo, intentaremos mantener informada a la población a medida que..."

Pero la luz se cortó. Me asomé por la ventana, y vi que había cortes de luz similares por toda la ciudad.

- Tenemos que irnos de aquí-dije, decidido-. Ya. Busquemos un lugar más seguro.
- Estoy contigo, ¿pero qué tienes en mente?

Pensé, durante unos instantes, y entonces llegué a la conclusión definitiva.

- ¿Qué tal un hotel de lujo?



                          
Sábado, 30 de julio de 2011 (tercera parte) 

Era genial. Harry y yo recorríamos toda la ciudad matando zombis y salvando gente. Teníamos nuestra "base secreta" en un hotel en el centro, el "JW Marriott", en una habitación del último piso.

Como era de esperar, la cuarentena de la ciudad cayó al poco de ser establecida. El aeropuerto y las autopistas habían sido cerrados horas antes, pero era demasiado tarde. La gente huía de la ciudad tan rápido como les era posible,y estaban dispuestos a todo por lograrlo, pero Harry y yo nos quedamos allí. Total, a dónde huir si la infección se había propagado ya fuera de la ciudad, puede que incluso a otros estados o países vecinos como Canadá o México.

- ¡Por aquí, Richard! Creo que he oído a alguien.

Harry y yo corríamos por las calles del centro. 

La ciudad entera era un caos. Había zombis por todas partes, y la gente se defendía como podía. Nosotros ayudábamos a todos los que podíamos. Y no nos iba mal, pero la infección nos ganaba terreno.

Era 4 de abril,sobre las cinco y media de la tarde. Algunos de los edificios en la zona ardían sin control, oscureciendo el normalmente luminoso cielo de Los Ángeles y provocando varios derrumbamientos.

Harry y yo llegamos a un callejón sin salida. A pesar de mis advertencias, quiso llegar hasta el final de él para averiguar de dónde procedía el grito.

- Por favor... 
- ¡Allí! ¡Allí, al final del todo, Richard! ¿No lo ves?
- Sí,lo veo,Harry. Pero esto me da muy mala espina,en serio-dije conforme íbamos andando, yo a unos pocos metros detrás de él-.
- ¿Señor?-preguntó cuando llegamos-. ¿Señor, necesita...?
- Pues ahora que lo dices, no me vendrían mal esas armas tan bonitas que llevais, y todo lo demás.
- ¿Qué?-dije yo-.¿Pero qué demonios...?
- ¿Ayudáis a la gente, no? Pues dadme lo que lleveis, si quereis seguir haciéndolo.
- ¿Harry?
- ¿Si?
- ¿Recuerdas el truco número 58?
- Pues resulta que sí.
- Escuchad, chavales, por mucho que habléis en clave, no conseguiréis...
- ¡¡¡Ahora!!!

Harry y yo le sacudimos cada uno con nuestra arma un buen golpe, mareándolo, para luego salir corriendo lo más rápido que pudiéramos.

- ¡Por aquí!-grité-. Si vamos por aquí, encontraremos un desvío y...

Pero llegaron allí, y no había ningún desvío.

- Oh, mierda. ¿Cómo puede habérseme olvidado? Cerraron este desvío hace días.
- No pasa nada, Richie, encontraremos alguna forma de...

Pero justo en ese momento se dieron cuenta de que una jauría de zombis, de al menos treinta o cuarenta, se les echaba encima. Quisieron retroceder, pero un grupo similar al anterior les cortó el paso.

- Vaya, ahora sí que la hemos cagado-dijo Harry-.
- No del todo, mira aquella polea.
- Sí, la veo, ¿y qué?
- Pues que podremos usarla para llegar hasta aquella escalerilla de incendios.
- Pero es demasiado ligera, no creo que podamos subir los dos a la vez.
- Pues sube tú primero, y luego ya pensaremos algún modo para que pueda seguirte.
- Vale, pero primero pensemos en ese modo.

Y lo hicimos, sin darnos cuenta de que los zombis empezaban a estar peligrosamente cerca.De pronto, comprendí algo que desearía no haber comprendido jamás.

- Harry, mira los enganches que sujetan la escalera de incendios. Apenas aguanta el peso de la escalera. Si subimos los dos, seguro que caerá.
- Muy bien, pues sube tú y ya encontraré alguna forma de...
- No, de eso ni hablar. O escapamos los dos o nada.

Harry sonrió,y me abrazó. A mí, Richard, su mejor amigo. Habíamos vivido tantas cosas desde que nos conocimos en el internado...

- Te quiero, tío. 
- Y yo a ti, Harry. 
- Prométeme una cosa. Bueno, mejor dos. Si me convierto en zombi,por favor, mátame. Y también quiero que lleves esto contigo siempre, así recordarás nuestra amistad-dijo, dándome una especie de amuleto que llevábamos los dos-.
- De acuerdo, lo prometo. ¿Pero no deberíamos pensar en cómo ponernos a salvo los dos antes de seguir charlando? No sé, tal vez...

Pero recibí tal cantazo con un ladrillo que me quedé sin habla. Estaba mareado y sentí que me desmayaba, y entonces noté como si alguien me hubiera levantado y lanzado tal cual, a las escaleras de incendio. Harry.

- ¿Pero qué haces, Harry? ¡Desde aquí arriba no podré ayudarte! ¿Y a qué ha venido lo del ladrillazo?
- Lo siento, Richie. Pero era la única forma, y ambos lo sabíamos. Sólo uno podría salvarse. Además, el mundo necesita más a tu superdotado cerebro que a un simple ligón como yo.
- ¡¡No digas estupideces!! Harry, pienso bajar de aquí y...-la escalerilla empezó a balanzearse ligeramente-.
- ¡Si lo haces moriremos ambos, Richard!
- ¡No pienso dejarte, Harry!
- Nunca lo has hecho-dijo, al tiempo que se giraba y decía-. Has sido el mejor amigo que nadie podría tener. Por favor, no me olvides. Porque yo jamás lo haré.
- ¡¡¡¡¡¡¡Harry!!!!!!!!-grité, desesperado-.

Pero ya nada ni nadie podría ayudarle. Yo no había querido aceptarlo, pero mi mejor amigo tenía razón. Sólo uno podía escapar, y él se había sacrificado por mí. Y todo por mi culpa.

Corrí e intenté como pude bajar para ayudarlo,pero en uno de esos intentos me di un golpe en la cabeza y me desmayé. 

Desperté horas después, y seguí intentando encontrar un modo de bajar, pero cuando llegué ya era tarde. Apenas quedaban unos pocos zombis. Me cargué a todos los que pude y corrí hacia Harry, hacia su cuerpo.

Estaba muerto. Todo había terminado.

O al menos eso pensaba yo hasta que se levantó.

Era él, pero no lo era al mismo tiempo. Su aspecto era sin duda el de uno de esos asquerosos muertos vivientes contra los que habíamos estado luchando durante días. Sus ojos sin vida me miraron, y comenzó a andar hacia mí.

- Harry...-sollozé-. No. ¡No puedes hacerme esto!-dije con rabia-. ¡Ibamos a recorrer el mundo salvando gente y aniquilando zombis! No puedes hacerme esto...

Él siguió andando hacia mí, hasta tal punto que casi me había acorralado.

- ¡Harry, no des un paso más! Si lo haces,dispararé, lo prometo.

Pero el zombi ni se inmutó.

- Eres mi mejor amigo, Harry, y es por ello que voy a cumplir la promesa que te hice. Nunca te olvidaré-dije, casi llorando-. Hasta siempre, querido amigo.

Y un sonoro disparo sonó en el callejón.

Moví con cuidado el cuerpo de Harry y, con una pala, lo enterré bajo una montaña de arena en unas obras cercanas.

Me giré, y a solo unas calles de allí el gran hotel "JW Marriott" se alzaba imponente, haciendo que el resto de edificios en la zona parecieran minúsculos en comparación. 

Eché un último vistazo a la tumba de mi mejor amigo y acto seguido me dirigí al hotel. Me mudé a la planta 19 y me encerré durante meses entre esas cuatro gigantescas paredes.

Y entonces apareciste tú.
Zoey paró el coche. Sabía que era un riesgo, pero era necesario.

- ¿Por qué no me lo habías contado?
- Porque no te hacía falta saberlo, Zoey. Si no hubiera tenido esa maldita pesadilla...
- ¡Ey!-grito Zoey-. Siento mucho lo de Harry, Richard, en serio. Pero eso no te da derecho a ocultarme ese tipo de cosas. ¿O acaso no te conté yo lo que le sucedió a mi familia mientras yo no estaba,eh?
- Aquello era diferente.
- ¡No, Richard! ¡No lo era!-parecía enfadada de verdad-. Perdiste a alguien a quien querías, igual que yo, pero ignorarlo no te va a servir de nada.
- ¿Y qué quieres que haga, entonces?
- ¡Que seas sincero conmigo, eso es lo que quiero!
- Vale, lo siento.No sabía que era tan importante para ti. Lo seré a partir de ahora, te lo prometo.

Zoey miró al frente. A lo lejos, una gran ciudad se alzaba ante ellos. Salt Lake City.

- Richard,la confianza siempre ha formado parte de las relaciones. Pero un mundo donde ningún sitio es seguro y apenas te puedes fiar de nadie... La confianza es algo muy importante. Y si llega el día en que desaparezca... Nosotros lo haremos con ella, te lo puedo asegurar.
- Lo entiendo, Zoey, lo entiendo. Ah, y hay una cosa más...
- Está bien, ¿de qué se trata? ¿Fue antes o después de lo de Harry?
- Antes, verás, yo... Perdí una apuesta con Harry y me paseé en pelotas por todo el internado.

La cara de Zoey habría hecho que Freddy Krueger huyera aterrorizado. Richard captó el mensaje rápidamente.

- No queda casi gasolina-dijo Zoey-.
- Pongamos pues. Parece ser que hay una estación de servicio allí, detrás de aquella colina. O al menos eso es lo que dice este mapa-dijo Richard, sacándoselo del bolsillo y observándolo con más detenimiento.
- Muy bien, pues vayamos allá.
- Pero démonos prisa. Estar en las proximidades de una gran ciudad como Salt Lake City cuando haya anochecido es un riesgo innecesario.
- Lo sé, Richard, lo sé. Recuerda que me pasé meses huyendo por mi cuenta. También sé manejarme con los zombis, aunque no haya visto "Resident Evil".
- No me cabe duda, Zoey. No me cabe duda.

Y ambos se alejaron de allí en el coche, en dirección a la estación de servicio que Richard había localizado en el mapa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario