Capítulo 12

Lunes, 8 de agosto de 2011

Querido diario:

No podía creer lo que estaba pasando. No, no quería hacerlo.

Supe que Zoey estaba infectada con el virus en el momento en que vi cómo sus pupilas se dilataban exageradamente. Uno de los primeros síntomas de la enfermedad.

Apenas habrían pasado unos segundos desde que Zoey comenzó a temblar, cuando la pantalla de lo que en un tiempo anterior sirvió como GPS parpadeó y se encendió, mostrando el rostro del ser más repelente de la Tierra.

- Hola, queridos amigos. ¿Qué tal? ¿Todo bien por ahí?

Nadie dijo nada.

- Probablemente os estéis preguntando de qué manera he contagiado a Zoey con un virus cuya vacuna la había de proteger,al menos en teoría. Pues bien, antes de que vosotros os la llevarais, le inyecté una muestra experimental de un virus similar al que el mundo ha conocido, pero que nunca llegó a salir a la luz... hasta ahora. Un virus perfecto, en el que llevo meses trabajando y que matará a vuestra pobre y desdichada amiga en unas pocas horas. A no ser... que volváis antes de que eso suceda. En ese caso, puede que me pilléis de un humor lo suficientemente bueno como para que os dé lo único que podría salvarla. Nada más y nada menos que una muestra del único antídoto existente. Vosotros decidís. Eso sí, mejor si lo hacéis rápido.

Dicho esto, la imagen se fue. Los tres nos quedamos pensativos durante unos segundos, hasta que dije:

- Milla, para aquí. Quiero hacer una cosa.

Cruzábamos la quinta avenida. A la altura de una especie de tienda de informática, decidí que era hora de desahogarse un poco. Cogí una especie de vara de metal que había tirada en el suelo y empecé a golpear con ella todo lo que puede, descontrolado. Una mano apoyada en mi hombro derecho me detuvo. Milla.

- Richard, este es un lugar peligroso para pararse. Las calles están llenas de zombis, vayamos a un lugar más alejado.
- ¿Y qué más da? Si ya no hay nada que hacer. Todo ha acabado.
- Richard, sé lo duro que te debe estar resultando esto. Y sé que probablemente pienses que es tu culpa que Zoey haya enfermado, pero no es así.
- Milla, sí que lo es. Si os hubiera hecho caso ahora estaríamos de camino a esa ciudad de supervivientes los cuatro y con los prisioneros que podríamos haber rescatado, de haber tenido un plan elaborado. Siempre he sido el más prevenido, el que siempre se quedaba atrás por precaución, el que se lo pensaba todo veinte veces antes de hacerlo,y me pregunto por qué tuve que cambiar justamente entonces.Pero ahora es tarde.
- No, no lo es.  Si pensamos en un plan para entrar sin ser detectados y salvar a los prisioneros, conseguir el antídoto para Zoey...
- No tienes ni idea de lo que dices. Jamás conseguiremos entrar una segunda vez y salir con vida de un lugar como ese. He estudiado una y otra vez todas las posibilidades, y no hay forma de hacerlo.
- Y yo que pensaba que eras valiente y todo... -dijo Milla, mientras se alejaba-.

De pronto, recordé la primera vez que oí eso. De Zoey, momentos antes de nuestro primer encuentro con el ejército de soldados. Me acordé de la noche en que nos besamos, el dulce aroma de sus labios cuando besaron los míos y de sus largos y rizados cabellos de color negro azabache que me rozaron suavemente las mejillas. Y entonces lo vi.

- ¿Milla?-la llamé-. Creo que tengo un plan.

Ya saliendo de la ciudad, nos aprovisionamos con armas y algo de comida. Buscamos algún medicamento para Zoey y conté a Milla y  a Justin mi plan.

- Bien, escuchad. Este es el plan. Justin, tú entrarás el primero.
- Vaya una suerte-murmuró-.
- Intentarás llamar la atención de cualquier forma, y en cuanto lo hayas hecho, Milla aprovechará para entrar al recinto donde vimos las celdas.
- ¿Y cómo lo haré? Estará muy vigilado, no creo que...
- Yo te ayudaré, piratearé el sistema informático que usa para mantener a los prisioneros encerrados. Será complicado, pero no imposible. Luego, te ocuparás de dirigir a todos los prisioneros hacia la salida más cercana, que está a sólo un par de pisos por encima, en una especie de hangar. Después te reunirás con Justin y nos esperaréis  a Zoey y a mí en el allí. Si no habéis recibido noticias mías en un par de horas, entonces largaos. Yo iré a por el antídoto lo más sigilosa y rápidamente que pueda, curaré a Zoey me dirigiré al hangar. ¿Todo claro?

Milla y Justin asintieron.

Sabía todo aquello debido a que mi superdotado celebro había memorizado todo aquello que habíamos visto en nuestra huida de aquellos laboratorios. La sola posibilidad de perder a Zoey me había cegado por completo, hasta que recordé aquel primer beso con ella. Entonces, todo volvió a tener sentido en mi cabeza.

Nos encontrábamos los tres sentados alrededor de una fogata, a escasos  kilómetros de Nueva York.

Me levanté y fui a ver a Zoey. La pobre estaba pálida, y tan caliente como un horno. Se la veía muy mal. Le cogí el paño frío que tenía apoyado en la frente y le metí nuevos hielos. Luego, volví a colocárselo sobre la frente. Emitió un ligero sonido de alivio.

- ¿Tan mal se me ve?-dijo, acompañando a la frase con una débil sonrisa. Al ver que no decía nada, ella prosiguió-. ¿Sabes? No me había fijado hasta ahora, pero estás muy mono cuando te preocupas.
- Bueno es saberlo -dije,sonriendo con algo de disimulo-.
- Richard...-empezó a decir Zoey, cambiando esta vez a  un tono más serio-. No sé cuánto aguantaré, pero en cualquier caso me gustaría que me prometieras algo.
- ¿De qué se trata?
- Si me convierto, ya sabes, en uno de esos... Por favor, mátame. Y no dudes en hacerlo, si llega el momento...
- Zoey, no pienso dejar que pase algo así. Te hice una promesa, y la voy a cumplir.
- Te besaría si pudiera, pero probablemente te contagiaría, así que mejor lo dejamos para otro momento. Pero de todas formas... Te quiero.
- Yo también te quiero, Zoey.

Entonces Milla me dijo que descansara un poco, pero no me podía dormir y empecé a escribir en este diario. Mientras lo hago,en este mismo momento, Zoey está empezando a tener alucinaciones. Se encuentra en la fase intermedia de la enfermedad.

Pero ella apenas se queja. La poca voz que le queda ahora la utiliza para hacer bromas sin gracia, tipo "lo que hubiera dado por verte vestido con uno de esos ridículos trajes de gala"...

En fin, tampoco voy  a entretenerme más. Intentaré descansar un poco y en unas horas, más o menos cuando amanezca, iniciaremos mi plan de rescate.

La verdad es que siempre he sido más optimista que pesimista. Pero de todas formas, en una situación como esta la cosa cambia.

Me viene a la mente una canción de la serie de televisión Glee, "Get it right", del decimosexto episodio de la segunda temporada ("Canción original") y cantada por la actriz Lea Michele. El último episodio que emitieron antes de... Bueno, antes de que todo se viniera abajo.

Mirando a Zoey, recuerdo con tristeza aquel momento en el que vi el muerto viviente con ansias de carne humana en el que mi mejor amigo se convirtió hace sólo unos meses. No sé si podría volver a superarlo, si le pasara algo a Zoey, yo...

No, no pienso permitirlo. La quiero más  que a nada en el mundo, y jamás dejaré que le ocurra nada.

Me tumbo cerca de ella. Podría parecer peligroso por si se convierte y tal, pero la conozco y sé que es fuerte, lo suficiente como para aguantar unas horas más. Lo suficiente para que me dé tiempo a suministrarle ese antídoto y podamos irnos los cuatro, junto con los prisioneros, a esa ciudad de supervivientes a la que tanto nos está costando llegar.

Cierro los ojos, y me duermo pensando en que tengo que descansar un poco para el que hasta la fecha será el día más importante de mi vida. Martes, 9 de agosto de 2011.

Espero que todo vaya bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario